«Acapulco» sigue siendo divertida en su tercera temporada, pero llena de sentimentalismo – MacMagazine
En un momento en el que cualquier obra audiovisual con objetivos comerciales (es decir, de audiencia y/o taquilla) necesita ser algo (políticamente relevante, socialmente comprometido, controvertido, brutal o absolutamente loco, por ejemplo) es casi un soplo de aire fresco visitar producciones que tienen, digamos, ambiciones más modestas.
“Acapulco” es una de esas producciones. la serie de AppleTV+concebido como una secuencia/precuela/escindir de la película “Cómo convertirse en conquistador” (2017), trajo un universo de personajes carismáticos en una narrativa que no intenta alcanzar mayores alturas que una simple historia de ascensión social, de relaciones basadas en la positividad, de poder equilibrar familiares y amigos con las ambiciones personales de cada uno… y, por supuesto, resorts paradisíacos mexicanos donde a todos nos encantaría pasar nuestras vacaciones.
Porque en su tercera temporada, que llegó al servicio de streaming de Maçã el pasado miércoles (1 de mayo) con dos de sus diez episodios ya disponibles (el resto se estrenará semanalmente), “Acapulco” sigue haciendo lo que mejor sabe hacer: luz. y humor desenfadado, basado en las mejores tradiciones latinoamericanas de hacer reír y con un reparto auténtico y cautivador. Por otro lado, los guionistas deberían estar atentos para que la serie no caiga en el mismo festival de sentimentalismo barato que ya afectó a la tercera temporada de otra producción de Apple TV+ (tos tos “Ted Lasso” tos tos).
Para los que no siguen “Acapulco”, aquí les dejamos un breve resumen de la serie. Aquí tenemos una historia dividida en dos líneas temporales: actualmente, el protagonista Máximo (Eugenio Derbez), ya millonario y poderoso, cuenta su historia de ascenso a su sobrino Hugo (Rafael Alejandro). Esta narrativa enmarca, al mejor estilo de «Cómo conocí a vuestra madre»línea principal de la serie, que sigue a un joven Máximo (Enrique Arrizon) consiguió el trabajo de sus sueños en el resort Las Colinas en Acapulco. Allí conoce nuevos amigos, desarrolla sus relaciones familiares, conoce mentores algo excéntricos y encuentra su camino en la sociedad mexicana.
En la tercera temporada, el actual Maxim finalmente regresa al resort Las Colinas cuando descubrimos que tiene una hija, Paloma (Vico Escorcia). ¿Pero de quién? No lo sabemos todavía. Mientras tanto, en los años 1980, el joven Máximo continúa su ascenso en el resort asumiendo el rol de Asistente del Jefe de Operaciones, pero los recién llegados —como Alejandro (Jaime Camilo), hermano de uno de los dueños de Las Colinas, amenazan la posición recién conquistada del protagonista.
Del párrafo anterior ya se desprende que un cambio importante en la tercera temporada de “Acapulco” es que, por primera vez, la historia en el tiempo presente deja de ser sólo un marco de la narrativa “principal”, para década de 1980, y comienza a adquirir sus propios contornos dramáticos. Esta es una buena elección por dos aspectos: primero, podemos aprovechar más el inmenso talento cómico (y dramático) de Eugenio Derbez, quien, con toda razón, es uno de los comediantes más importantes de México en la actualidad.
La otra ventaja de este cambio narrativo es dar un respiro a la historia de los años 80, que, en algunos momentos de la segunda temporada, amenazaba con dar vueltas en círculos para llenar la salchicha. Es cierto que las escenas ambientadas en los tiempos de gloria de Las Colinas siguen llamando la atención simplemente por los escenarios paradisíacos y la simpatía de los personajes, pero hay un límite en el número de situaciones en las que el joven Máximo puede involucrarse para arriesgarse. su trabajo/relaciones/reputación antes de que se convierta en un juego repetitivo del gato y el ratón.
En los dos primeros episodios de la tercera temporada, que son los que estamos evaluando aquí, la showrunners Parecen haber encontrado un equilibrio más sostenible entre estas dos partes de la serie, y eso realza “Acapulco”.
Por otro lado, como comentaba anteriormente, hay varios momentos en los que la nueva temporada de la serie amenaza con entrar en un camino excesivamente sentimental, con situaciones creadas de forma un tanto forzada para estimular las lágrimas de los espectadores. Este tipo de melodrama intensificado, por supuesto, es una marca registrada del audiovisual latinoamericano (y especialmente mexicano), pero suena fuera de lugar en una serie de cómics ligera como “Acapulco”.
La buena noticia es que, al menos por ahora, esto sigue siendo sólo una bandera amarilla: “Acapulco” sigue siendo un deleite de ver, una serie sin mayores preocupaciones, sin grandes ambiciones y que logra extraer excelentes actuaciones de su amplia galería de caracteres. Mientras Las Colinas siga entre nosotros, seguiré viendo (y creo que ustedes deberían hacer lo mismo).
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